viernes, septiembre 08, 2006

Hacia el Bund

He conocido otra cara de la ciudad, esa que publicitan las agencias de viajes y los tours organizados donde los carteles de colores y edificios de formas imposibles cubiertos con cristales dan la bienvenida al extranjero que boquiabierto termina el día con una aguda tortícolis de tanto alzar la vista a lo alto. Y es que aún no he descubierto quiénes han proyectado estos gigantes, si asiáticos u occidentales pero lo que saco en claro es que la arquitecta iraquí, Zaha Hadis seguro que hubieses estado loca por dejar su huella en tales obras.
Tenía una misión cuando comencé a andar, ya de adelanto que sepan que no la he cumplido, la dejo para mañana. En busca de la embajada española, que según indicaciones en Madrid se encontraba al final del Bund. El Bund es la zona que bordea el río Huanphu, (el tercero más largo del mundo) y le bautizó con ese nombre la colonia inglesa que tras la I Guerra del Opio se asentó en esta ciudad con el propósito de comerciar. Desde mi hogar está a unos 3km andando, no mucho si se piensa que es un recorrido asfáltico donde el bullicio y el vaivén de personas es constante y mientras uno recorre las calles no siente el cansancio en los pies porque se amortigua con la cantidad de cosas que se ve con los ojos
Occidente se ha apoderado del Oriente, adiós en este camino a los puestos de fideos y frutas y flores ambulantes, en esta ocasión son Versace, Max Mara, Zara,Tous, Starbucks, Pizza Hut y MacDonalds los farolillos de esta calzada. Hablo de la calle Nanjing que va desde la Jingan Temple Station hasta el río.
Aunque hay dos zonas diferentes, divididas por un paso subterráneo y una vez llegada a la parte totalmente peatonal: el color, las caras, las luces se apoderan del ambiente. Tiendas, a ambas veras de la ancha acera. Se puede comparar con la calle de Preciados pero dos veces más ancha que la Rambla de Barcelona. Y a cada minuto aparecen jovenzuelos de entre la masa para ofrecerte relojes, bolsos, zapatos de Gucci, Luis Vuitton, y Rolex que creo que son gangas. (aún no lo he comprobado porque el día que vaya hablaré en chino y aún no tengo ese nivel).
Al volver mis oídos y mi vista se deleitaron con bailes típicos chinos. Me ha gustado tanto el sonido, campanilante y trombante como el moviendo de paragüas y abanicos. Todo un espectáculo callejero, acrobacias, disfraz…
Shanghai recuerda a un circo ambulante.
Wo xihuan.
Durante mi apasionate paseo he descubierto cómo son los baños públicos chinos. Quienes no estén acostumbrados a orinar en las calles que se preparen porque aquí el inodoro consiste en un orificio en el suelo. Eso si,muy moderno,ya que tiene un dispositivo que detecta la presencia humana de modo que en cuanto desapareces, el agua sale sóla.




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