China: ese país que grita y defiende la no injerencia en los
asunto de otros países. Le conviene. No quiere escuchar críticas sobre el
Tibet, ni Xinjiang, tampoco sobre Hong Kong… Esa es la teoría. En la práctica,
es ese gigante que esquilma lentamente los recursos de los países del sur, que
invierte en las grandes multinacionales de los países del norte y que sin hacer
ruido, pisa e imprime su huella allá
donde va. También en Siria.
Casi sin decirlo, pero haciéndolo, China financia al régimen
de Bashar al Assad. El gigante asiático y Rusia son los dos principales
exportadores de armas y sistemas de defensa a Irán. Teherán es el principal suministrador
de armas de Siria y porque Irán coopera con Siria, país al que arma con
mísiles, China está de facto armando a Siria.
China es también ese país que junto con Rusia vetó en el Consejo
de Seguridad de la ONU una resolución sobre Siria al votar en contra de un
proyecto que amenazaba con imponer sanciones al régimen del presidente Bashar
Al Assad.
Pese a que su voz apenas se escucha estos días, a principios
del mes de septiembre, paralelamente a la llegada masiva de refugiados a
Europa, Pekín publicó un comunicado en el que exigía “responsabilidad” a EEUU
en esta crisis al considerar que su política en Oriente Medio era, en cierto
modo, la causa de este éxodo masivo. “No habrá una solución hasta que EEUU
admita su responsabilidad y corrija sus errores en la región”, reza el comunicado publicado en Xinhua.
Sobre los refugiados, su postura es ambigua. Pese a haber
ratificado la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 en ocasiones
llama eufemísticamente "emigrantes económicos" para evitar tener que
responder a las peticiones de asilo. En la potencia asiática hay unos 300.000
refugiados reconocidos, según cifras de ACNUR , casi en su totalidadprocedentes de Vietnam, Camboya y Laos.
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