Duibuqi o lo que viene siendo, sorry, lo siento. Llevo días, un mes, sin aparecer por aquí. ¿Los motivos?... No importan, siempre y
cuando uno regrese y sea fiel. Al grano. El verano caluroso quema el asfalto de
Madrid al tiempo que noticias trágicas llenan las páginas de los periódicos o
las homes de las web.
Julio 2016 está siendo calentito. España sigue sin Gobierno.
Sanferrmines son más populares por las agresiones sexuales que por los
encierros. En EEUU estalla la violencia racial a la par que Donald Trump se
corona como el candidato republicano a la presidencia de EEUU en las próximas
elecciones. El terrorismo yihadista sigue golpeando, hiriendo y humillando a
Francia. En Turquía, el golpe militar fallido para derrocar a Erdogan es la
antesala del caos en un país demasiado expuesto a la diplomacia internacional
en los últimos meses. Sin querer ser meiga o pájaro de mal agüero, lo de Ankara huele mal, muy mal. De Occidente a Oriente, se tambalea el orden.
Y en esta tormenta….¿donde está China?
Silenciosamente, casi sin levantar sospechas, China sigueconsolidando su presencia en el Mar Surde China, pese a la condena legal de la Haya y el recelo de EEUU. La
administración de Obama no ha parado de advertir de las intenciones del gigante asiático en los mares orientales.
Taiwán, Japón, Corea del Sur, Vietnam están en alerta. No en vano, el comercio
y la geopolítica surcan por estaS agua.
Sin llamar la atención, China aumenta sus inversiones enVenezuela, un país aislado internacionalmente como consecuencia de la deriva
humanitaria, el atropello democrático y el caos social bajo el mandato de
Nicolás Maduro.
Sin hacer ruido, China, con 416 atletas, envía a Río la
delegación más numerosa de su historia a unos Juegos Olímpicos.
Todos estos movimientos se producen en una semana caótica en
el viejo continente y en medio de un escenario de incertidumbre en EEUU. Con
apariencia de felino silencioso y hábil, el dragón chino sigue configurándosecomo una potencia en auge cuyos intereses han alcanzado dimensiones globales y
en cuya defensa podría enfrentarse a la potencia marítima asentada en el
Sudeste Asiático desde el fin de la II Guerra Mundial, los Estados Unidos.