Mercado de muebles y recuerdos

La antigua región de Banpo, actul Xian, esconde entre sus excavaciones pinturas que revelan que la actual sociedad china se germinó siguiendo los pasos de tres Emperadore. Fu Xi que domesticó los animales, Shen Nong, que inventó aparejos útiles para la labranza y la ganadería y Huand Gi guerrero y constructor del Imperio a cuya mujer se le atribuye el origen de la cría de gusanos de seda. Desde entonces hasta ahora 6.000 años, casi nada, Dinastías varías, ocupaciones pocas, y regimens políticos, uno.
Y en la moderna Shanghai hay un hueco para la nostalgia donde se amontonan años de historia, aunque principalmente de la Revolución Cultural y de la persona de Mao.

Situado en Dongtai Lu, a ambos lados de la acera de una pequeña calle, amparados sobre varias casetas se acumulan, uno encima de otro, sin dejar espacio para el vacio, cientos de objetos. Dispares, curiosos, rojos, en su mayoría, que te permiten viajar en el tiempo.
Oir música en un fonógrafo, observar guerreros de terracotas y cajas, muchas cajas de madera y colores varios, pero si uno predomina entre el resto es el rojo. Color predilecto de la nación y que significa buena suerte para los chinos.
El polvo cubre muchos objetos, sobre todo fotos y comic antiguos, he visto las aventuras de Tintín en chino. Indescifrables, pero eso si los dibujos. Os acordáis de Objetivo: la luna, ese mismo tebeo en hanyú.
Y máquinas de escribir, objeto caduco desde la aparición de los ordenadores.

El mercado no ha sido invadido por los gigantes de ventanas en los que se convierte aceleradamente Shanghai. En mis mano ha caído un libro de fotograqfías que refleja el cambio de las calles y barrios. En menos de 20 años la transformación de la ciudad ha sido brutal, donde ahora se levanta la zona de Pudong en 1990 no había nada. Ahí es donde se encuentra los edificios enblemáticos de la actual capital comercial china.
Dongtai Lu, es uno de esos rincones que aún conserva el encanto de lo arcaico entre tanta modernización.

El paseo por esta calle se convierto en un estímulo para los sentidos y la imaginación donde hacer conjeturas sobre la vida de esos objetos, en ese momento inertes, es un hábil pasatiempo. Observar fotos de Mao con desconocidos chinos donde habla con ellos, recortes de periódicos y los poster propagandísticos de la Revolución


Buscar cualquier cosas que predeterminadamente tengas en la mente es un juego de mímica, signos y presunciones, eso sí, los chinos tan serviciales como son, harán todo lo posible porque hayes lo que buscas y tras regatear, te lo llevas. El regateo es un arte aquí.
Primera regla: Jamás compres algo con el precio inicial
Luego se convierte en una lucha cual arte del boxeo. Yo digo lo mínimo que pagaría y él baja de precio hasta que la venta se realiza casi siempre, por una 60% menos.
Mi aventura mercantil no se quedó en un paseo por el mercadillo de antigüedades, cuando abandoné la Revolución me topé con la salvaje naturaleza.

Mercadillo de insectos. Cual exposición de ejemplares de colección en un espacio cerrado, cientos de mesas con cajitas que en su interior esconden escarabajos, bichos palos, y no se que especies raras que sólo espero se encuentren en los montes y no en la ciudad, por mi salud. Salí de allí con varias picaduras en mis tobillos, aunque a los mosquitos ya me he acostumbrado, a convivir con estos especímenes, aún no!!

Los chinos los observan bajo la lua de una lámpara, varios minutos tardan en decidir cuál se llevan. ¿Para qué? Si puede que para engullirlos, hacer sopas o simplemente como colección.